Colegio Suizo de México | May 27, 2020
Desde las entrañas del confinamiento surgen preguntas: ¿Quién soy? ¿Qué me define? ¿A dónde quiero llegar? ¿Qué me representa? ¿Qué me comunica?
Estamos en tiempos de encierro; un encierro físico, donde las paredes que nos contienen, invitan a la contemplación interna, a la reflexión de lo inmediato; de nosotros mismos y los objetos que nos rodean y han acompañado. ¿Cuál es la relación entre las personas y sus pertenencias? ¿Qué me define más allá de mi cuerpo? ¿Dónde me veo reflejado?
El entorno en el que nos desarrollamos y los objetos que nos pertenecen hablan de nosotros; a partir de ellos se pueden deducir/conocer aspectos interesantes, e incluso medulares, de un individuo, como los gustos, la estética, el orden y los intereses. Podríamos decir que nuestros espacios y objetos son un “autorretrato” en ausencia de nuestra imagen física.
Esta exposición digital está compuesta por series fotográficas de alumnos de Arte de CCH , en las cuales tanto las imágenes como la composición significan y comunican visualmente sus inquietudes y cuestionamientos; en otras palabras, la esencia de cada persona. Las obras vienen acompañadas de breves frases que hacen alusión a uno o varios objetos, pensamientos, ocurrencias, experiencias o momentos de su vida.
Melanie Loske
Profesora Arte CCH
Conozcan la primera parte de esta exhibición de retratos:
Cuando una persona me regala algo, lo guardo.
Ellos me hacen feliz por como son.
Los dos tienen personalidades muy diferentes.
Encontré tantas cosas ocultas en las imágenes, que si me pusiera a analizar cada una, podría escribir un libro.
Siempre pongo la que más me gusta, o creo que significa más, en el centro.
La habitación de una persona es un espacio muy importante y privado, en el cual podemos realmente ver la personalidad profunda de esa misma persona, cuál es su visión de la realidad a través de sus ojos y pensamientos.
Hoy en día lo más importante en mi cuarto es mi computadora, ya que con ella tengo la capacidad de explotar mi creatividad e investigar a qué nuevos lugares me quiero aventurar.
Conservar momentos plasmados en una imagen que me hacen recordar los buenos momentos.
Paso mucho tiempo de calidad con mis amistades, creando momentos y pasando un buen rato.
La rutina lo es todo para mí.
Me parece que todo tiene su momento, hay momentos idóneos para hacer cada cosa.
Mi día empieza, realmente, a las 6 de la tarde. A esta hora, la luz en mi cuarto es ideal.
Desde Murakami hasta Salinger; desde J.K. Rolling hasta Eric Hobsbawm.
Si logras explicarle algo a esa fulminante mirada, entonces te lo sabes de maravilla.
A veces, me quedo viéndolos un buen rato. Cuando acabo de observar los audífonos, que forman figuras un tanto curiosas, apago la majestuosa lámpara IKEA del 2005 y me voy a dormir. Mis días de cinco horas son tremendos. Pues mira, a lo mejor y cinco es el número correcto de fotos.
O quizás, ya me estoy pirando demasiado.
Creo que la mejor manera de realmente entender a alguien, es intentando ponerse en sus zapatos y aprender sobre las cosas que hace en su vida cotidiana o que hayan tenido un impacto en ella.
Me encanta la fotografía, en especial en blanco y negro.
Acomodé y traté que parecieran fotos viejas, usando un formato de rollo de cámara.
Una tradición que tengo es que, cada vez que viajo, compro algo pequeño que me recuerde la experiencia. Cada figura tiene una historia, un significado o un recuerdo.
A parte de mostrar eso de mí, las figuras representan mi obsesión por las cosas miniatura.
Esa palabra me la enseñó mi abuelo, diciéndome que tengo mucha entereza.
“Perdón…estaba en mi mundo. Me lo puedes repetir”
Huella… palabra interesante, porque si te fijas en las teclas blancas, aún se pueden ver las marcas de mis dedos (mezcladas con un poco de polvo).
En esos huecos, entre los libros, guardo secretos. Hay secretos grandes y secretos chicos; secretos amigables y otros que es preferible que se queden escondidos.
Si abro los frascos, los secretos de magia se escapan.
Ella me da ganas de soñar por un mundo mejor; ella me ayuda a soñar mi utopía y cuando yo no puedo soñar ella sueña por mí.
Mi perro Canelo, el cual para bien o para mal, se ha vuelto el amor de mi vida y la gente que me conoce bien lo puede asegurar.
Todas y cada una de ellas conllevan una gran experiencia; entrenamientos y preparación, momentos difíciles, pero también de satisfacción y gratitud.
Es una forma de separarme de cualquier problema y entrar en un mundo donde sólo estamos el piano, la música y yo.